Aunque se trate de una fase, cada mala contestación suele tener una causa, puede ser que tu hijo esté cansado o estresado, quizá está molesto por algo o quiere reafirmar alguna opinión.
¿Qué hacer si tu hijo te contesta?
Te ha pasado. Le has dado una indicación a tu niño y te responde de manera poco cortés. Por si fuera poco, se rehúsa a cumplir con la instrucción. Acto seguido, exhortaciones van y vienen de tu parte. Él continúa ignorándote. Tú pierdes la paciencia, él se desborda. ¿Cómo recuperar el control de la situación y enseñarles a no caer en el irrespeto a la autoridad?
“El respeto se pone en práctica desde el nacimiento del niño”, afirma Orlando Rengifo, psicólogo con una maestría en psicopedagogía. Este valor se empieza a estimular atendiendo sus necesidades cuando son bebés y creando un entorno familiar donde prime el respeto como norma de convivencia.
Para manejar esta situación con menos frustración es importante comprender que el niño se encuentra en un proceso formativo, no correctivo. A fin de ayudarte a controlarla, te compartimos seis recomendaciones que te serán útiles durante y después de una batalla verbal con tu pequeño:
- Mantén la calma. Esto incluye no gritar ni exaltarse. Si caes en esa equivocación, le estás mostrando a tu niño un modelo implícito de cómo reaccionar ante la frustración (que es precisamente lo que estás tratando de modificar). “Se corrige con voz firme”, explica Mariella Huertas, psicoterapeuta y directora de Ser Centro Psicológico.
- Agáchate y míralo a los ojos. Se le denomina escucha activa. Es una forma respetuosa de acercarte a él y mostrarle empatía hacia la dificultad que atraviesa. Más que una estrategia, es una forma de hacerle ver que escuchas lo que sientes, no solo lo que dice, y que te pones en su lugar. Además, no se dan instrucciones de lejos.
- Haz prevalecer la norma. En esa posición, dile textualmente: “En esta casa, no nos faltamos el respeto”. Puedes ser más específico diciéndole que no gritan o tampoco pegan, según sea el caso. Verbalizar la regla hará que interiorice que existen normas de conductaque debe cumplir y límites que no puede trasgredir.
- Sé consistente. “Mantener firmeza en la norma es crucial para corregir el comportamiento”, señala Orlando. Cuando se trata de respeto, no debe haber tregua ni inconsistencias. No obstante, cuando necesites hacer una excepción (por ejemplo, con la hora del baño) explícale que lo haces por una razón puntual, pero la regla se mantiene.
- Aplica la consecuencia. Es hacerle ver al niño que toda acción o reacción tiene un efecto, ya sea negativo o positivo. “No está asociada al castigofísico ni verbal”, enfatiza Mariella. Esta debe ser inmediata para que sea consistente, porque el tiempo es abstracto para un niño. Para no caer en la amenaza, es básico saber dosificarla.
- Dale espacio y contención, si te lo pide. Si la situación se desbordó y tu hijo hace una pataleta, aléjate y dale tiempo, pero siempre en un espacio seguro y controlado. A la par, Orlando sugiere que le expliques que si no se calma, no podrá solucionar el problema. Estarás atacando dos frentes aquí: validas su emoción y le hacer saber que sí existe una salida.
El problema de los niños respondones
¿Por qué existen niños respondones en exceso? ¿Por qué nuestros hijos pierden su admiración y respeto para con nosotros? Hay una respuesta simple y básica. Se trata de una fase más del crecimiento en la que intentan desde los 9 años desvincularse afectivamente de los padres y reafirmar su personalidad.
Esto se debe a que, durante su crecimiento, los pequeños necesitan diferenciarse de sus padres para conformar su propia identidad. Y, justamente, la salida más sencilla es distinguirse de lo único que conocen, su familia. Es ahí donde se abre paso la etapa de las malas contestaciones que se extiende hasta la adolescencia.
Este estadío viene a derrumbar aquel en el que el menor veía a su padre o madre como el mejor del mundo: los más guapos, buenos, inteligentes y fuertes. Hasta este momento, la criatura dependía a nivel emocional de la percepción de sus padres para construir su propia autoestima.
Sin embargo, con el correr de los años, este mismo sentimiento de admiración y adoración entra en ruinas ya que se torna más realista. Con lo cual el pequeño comienza a observar antagónicamente a sus progenitores, quienes pasan a hacer todo mal y no saben nada.
Por esto, la idea de que los niños respondones son rebeldes y desobedientes es sobradamente errónea, aun cuando la visión del adulto en torno a este desafortunado comportamiento no coincida con la del “niño bien educado”. En definitiva, esta conducta es necesaria y positiva para desarrollar su personalidad.
Niños respondones: ¿Qué hay detrás de ellos?
Desde la psicología se explica el fenómeno de los niños respondones indicando un sistema de aprendizaje basado en la dupla “acción y reacción”. Momento en el que esta conducta se define entre ser un problema a futuro o mera circunstancia pasajera de acuerdo a la postura que adoptes como autoridad.
Una serie de investigaciones psicológicas reveló que el hecho de contestar en los chicos reviste una manera de demostrar su independencia. Con ello, manifiestan con libertad sus propias ideas y dejan al descubierto la capacidad de tomar pequeñas decisiones personales.
Entonces, si bien es difícil no reprender estas actitudes, los especialistas concuerdan en que es mejor investigar las causas de sus enojos. Y en particular, enseñarles a expresar adecuadamente sus sentimientos, de una forma más aceptable y dentro del marco del respeto y la consideración.
La idea es educarlos emocionalmente dado que cuando los niños respondones dan una mala contestación, expresan su enojo, frustración, miedo e incluso muestran que se sienten heridos. En sí, el problema no pasaría por los sentimientos del pequeño, sino por el modo de expresarlos.
¿Por qué los hijos dejan de idolatrar a sus padres?
Considerando su desarrollo cognitivo
Teniendo en cuenta el aspecto meramente cognitivo, los hijos dejan de idolatrar a sus padres cuando el pensamiento, inicialmente mágico entre los 3 y los 5 años, deviene uno más realista y crítico. Así, los padres dejamos de ser idealizados y comenzamos a ser de a poco imperfectos.
A partir de los 6 años, el pensamiento infantil se vuelve paulatinamente más lógico y racional aunque el vínculo emocional con sus figuras paternas todavía es muy fuerte. Por lo que llevará un poco más de tiempo ser capaces de ver y entender que sus padres no son omnipotentes.
Será entre los 9 y los 11 años cuando el pensamiento del nene se tornará eminentemente crítico, por lo cual comenzará a entender que cada hecho tiene ventajas e inconvenientes. Igualmente, empezarán a medir y evaluar las acciones de sus padres y compañeros.
Atendiendo su desarrollo emocional
Por su parte, el desarrollo emocional de todo pequeño provoca cierta necesidad de desvincularse afectivamente de sus padres, por lo que cuestionarán a sus progenitores por hacer las cosas mal. Los niños respondones critican y dejan de acatar complacientemente lo ordenado por sus mayores.
¿Qué hacer frente a niños respondones?
- Conserva una actitud preventiva.Pues estos comportamientos infantiles normales pueden tranquilamente prevenirse simplemente identificando e incluso evitando aquellas situaciones que desencadenan las malas contestaciones del pequeño.
- Investiga qué hay detrás.Puede que los niños respondones tiendan a imitar situaciones vistas en películas, series o en la misma vida real, recibiendo así un cúmulo de mensajes inapropiados. Asimismo, puede haber un patrón en el comportamiento de tu hijo cuando responde mal. Presta atención a sus consumos culturales y a las exigencias impuestas, pero siempre escuchándolo e intentando comprender el trasfondo: lo que siente, lo que quiere lograr.
- Escoge las batallas que vale la pena librar.Antes que nada evalúa “¿vale la pena generar una discusión por esto?”. Si se trata de una cuestión sumamante importante, marca el límite e instala el hábito; ahora bien, si se trata de algo intrascendente, ahórrate el disgusto y bríndale esa autonomía que tanto anhela.
- Marca el límite anticipadamente.Es fundamental que los niños respondones comprendan cuáles son las palabras permitidas y cuáles están terminantemente prohibidas. También sería interesante explicarle al menor que no siempre puede y tiene que decir todo lo que piensa.
- Mantén la compostura.Lo ideal es no reaccionar exageradamente ni armar una gran pelea por las palabras o el tono de voz empleados por el niño. De más está decir que tampoco debemos “pagarle con la misma moneda”, pues no hay mejor forma de educar a tu hijo que predicando con el ejemplo.
- Maneja tu paciencia.No discutas ni negocies con el chico ante un acto de insolencia dado que esto solo reforzará su comportamiento. Simplemente adviértele cuál será la consecuencia de su conducta y, en caso de reincidencia, ejecútala. No lo castigues ni lo ridiculices en público, explícale con tranquilidad que no permitirás que sea grosero en ningún lado y que eso conllevará alguna consecuencia.
Finalmente
- Bríndale opciones.Si le das al chico la posibilidad de tomar algunas decisiones en el día, disminuyes su necesidad de imponerse de manera ofensiva. Por eso, siempre que sea oportuno, dale oportunidades para que pueda elegir, sin agobiarlo permitiéndole que decida todo, sino en lo que sea más importante para él. Por supuesto, todas las alternativas deben ser aceptables para ti y deberás respetar a rajatabla su decisión.
Cuento-terapia para niños respondones
Los cuentos son una estrategia holística que emplea el arte en el tratamiento de las dificultades de impacto emocional. Temores, rabias, dudas, sentimientos de abandono, desesperación, incertidumbre, soledad, baja autoestima, etc., están presentes de alguna manera en los niños respondones.
La narración y su efecto catártico, permite a los niños que sean los personajes los que hablen abiertamente de sus problemas. Esto permitirá proyectar sus sentimientos estimulando la reflexión para que a su vez propicie la transformación de la conducta.
Eres Mamá te ofrece una selección de cuentos que te ayudarán a manejar estas emociones.
Cuentos sobre el respeto para niños
El niño que insultaba demasiado
Un niño que se divertía insultando a los demás hasta hacerse de un poder mágico para dañar mucho más a las personas. Algunos hechiceros, preocupados por ese horrible poder, lograron contrarrestarlo haciendo que Manu, así se llamaba, escuchara dentro de sí lo que las personas pensaban de él. Eso no le gustó, pero nada podía hacer.
Solo la amistad de una niña transformó en el interior del niño el poder de decir palabras feas por bonitas y positivas. Y al cambiar la actitud, cambió el entorno.
Dos Monstruos
Dos monstruos se comunicaban a través de un hueco que unía dos lados de una inmensa montaña, tan grande que mientras en un lado amanecía, en el otro anochecía. Pero un día se enfrascaron en una discusión: era día en ambos lados, decía uno; que no, que era noche en ambos lados, decía el otro.
Y así llevaron la discusión tan lejos que se comenzaron a lanzar rocas que conmovieron la montaña hasta derrumbarla. Y al desaparecer la barrera que los dividía pudieron contemplar que ambos tenían razón.
Cuentos sobre le envidia
La cabeza de colores
Es la historia de un niño que sentía tanta envidia por los demás, que hasta sus pelos resultaron envidiosos. Y un día, un cabello cambió de color y seguidamente, todos cambiaron. Pero todos los días uno amanecía distinto y todos los demás lo seguían.
Sin embargo, el niño no quería pelos de colores sino como el de los demas niños y desesperado se haló los cabellos y uno cayó desprendido. Todos los demás envidiaron la caída y se fueron tras él, hasta dejar al niño pelón.
Cuando se vio sin un pelo, descubrió que todo era por causa de la envidia.
Enma y la envidia
Una niña que se puso verde de la envidia recibió de un hada un regalo que transformó su vida: una goma de borrar. Con palabras mágicas que consistían en reconocer y aplaudir los logros y las virtudes de los demás, el color verde iba desapareciendo hasta descubrir bajo los ropajes ingratos de la envidia, las ropas de princesa de la satisfacción.
Gato rojo, gato azul
Es la historia de dos gatos que se envidiaban el uno al otro, la inteligencia de uno, la habilidad del otro. El color azul de uno y el color rojo de otro… hasta que después de muchos esfuerzos por cambiar y ser como el otro, con disputas y riñas sin fin, descubrieron que en verdad estaban satisfechos con lo que cada uno era… Pero esta paz recién alcanzada, fue nuevamente puesta en tensión cuando apareció un gato amarillo y otra vez, vuelta a empezar.