Lic Erika García Terapeuta de Niños y Adolescentes Agende su cita al tel 7227843934. Visite mi página https://erikagarcia-apoyopsicologico.com/
Cuando una pareja estable, con proyectos de futuro se separa, hay mucha gente alrededor que sufre también esa ruptura. La familia, los amigos, pero sobre todo, si han tenido hijos, ellos son los mayores sufridores.
Según la edad a la que se encuentren los hijos a la hora de la separación de sus padres, los problemas son distintos.
Hoy vamos a tratar los sentimientos que profesan los hijos que pasan por este trance desde la infancia hasta la primera adolescencia.
Trataremos en otro post los errores comunes y letales que cometemos los padres cuando la relación se rompe con hijos en estas edades, pero hoy vamos a centrarnos en cualquier niño de padres separados, aunque éstos hayan hecho bien las cosas.
¿Pueden los niños ser felices a pesar de la ruptura de sus padres si estos han actuado bien? Tajantemente SI ¿Que lleguen a ser felices es un camino duro, donde nos encontraremos con situaciones muy difíciles de gestionar? Tajantemente TAMBIÉN Vamos a centrarnos en problemáticas comunes y que en DE CERO nos preocupan, porque sabemos por experiencia propia que son difíciles y a veces nos superan.
Nunca tenemos que perder de vista que la separación es una decisión de los adultos, pero que marca totalmente el destino de los más pequeños de la casa.
Un niño que vive con sus dos padres, puede decidir en cada momento a quién le apetece dar un beso, contar una confidencia o quién quiere que le lea el cuento de cada noche.
A un hijo de padres separados, no le damos esa opción.
Marcamos su destino tras escribir un papel llamado “régimen de visitas”, que decidimos de mutuo acuerdo en el despacho de algún abogado, o en un tribunal, dónde un juez dictará como va a ser su vida desde entonces.
Deciden pues un conjunto de adultos junto con sus dos padres, dónde, cuándo, y hasta que hora el niño va a estar con cada uno de ellos.
En el mejor de los casos, sus padres, si tienen una relación cordial, podrán llegar a acuerdos en el día a día y hacer todo un poco más flexible y menos estricto.
¿Cómo se pueden llegar a sentir estos niños? ¿Tienen derecho al “pataleo»? ¿A quejarse cuando están cansados o simplemente entretenidos en la casa de uno de los dos progenitores y deben cortar lo que están haciendo porque les toca ir “al otro lado»?
Pues no sólo tienen derecho sino que, además, la razón absoluta para enfadarse con nosotros.
Debemos darle el lugar que le corresponde a su enfado, escucharles, decirles que les comprendemos. En ningún caso se debe obviar, o no darle importancia, aunque sea el camino más fácil. Lo que conseguiríamos haciéndolo es que repriman sus sentimientos, que se frustren y que sientan incomprensión y que su malestar no es importante para nosotros.
Pedir perdón y darle la razón a un niño cuando está molesto es algo que los adultos deberíamos practicar más, porque no perdemos autoridad sino que creamos una relación de confianza con el niño.
¿Tenés un hijo manipulador? ¿Cómo y a quién manipulan los niños?
Ningún niño nace manipulador, manipulador se hace en el hogar. Los padres tienen que saber que los pequeños manipulan y cuando los adultos se dejan manipular, ellos adoptarán la manipulación como una forma de obtener resultados o evitar realizar ciertas tareas que no quieren llevar a cabo .
Todo niño manipulador no pide lo que quiere en forma directa ni clara. A veces lo realiza conscientemente y otras veces en forma inconsciente. La salida es enseñar e incentivar a que los pequeños se expresan directamente y sin vueltas. Los niños tienen que conectarse con sus sentimientos, deseos, para posteriormente ponerlos en palabras sin rodeos.
Brindaré un ejemplo. Un hijo tiene que levantar la mesa pues es una tarea previamente asignada, no quiere hacerlo y comienza a quejarse de cansancio y de dolores. Es importante detectar el deseo de tu hijo y ponerlo en palabras claras. La mamá puede responder: “No querés levantar hoy la mesa como habíamos quedado. Podes cambiar para otro día o animarlo para que cumpla con su obligación, pero le tiene que quedar claro que su pedido no fue formulado en forma directa.
Existen distintas clases de niños y jóvenes manipuladores – El niño o joven manipulador irresponsable, experto para que sus padres o hermanos se hagan cargo de sus propias cosas.
– El hijo adolescente que se duerme y le dice a la madre que llega tarde a clase por su culpa porque no lo despertó y se justifica diciendo que no puso su despertador porque ella estaba en la casa.
– El manipulador generoso que da solo con el fin de recibir.
– El manipulador débil o desvalido, aquel que hace sentir sus padres que todo le sale mal, que no tiene fuerzas. Todo para que lo ayuden, en lugar de pedir ayuda directamente. Es el que dice: “¡Qué mala suerte que tengo! En cambio a mi hermano todo te sale bien”.
– El manipulador enfermo, que es consciente de los beneficios de su enfermedad. Puede decir que se siente mal y que necesita ayuda, pero en lugar de pedirlo directamente evita hacerse cargo de lo que le corresponde a él.
Desde chicos los padres pueden ser claros y empáticos con sus hijos. Si el niño está enojado decirle “estás con rabia”.
Recuerdo un niño que tenía miedo de enfrentar las situaciones de pruebas en la escuela y siempre se sentía mal el día previo, llegando ausentarse durante esas jornadas. La mejor forma de ayudarlo es comunicarle: “Cada vez que tenés una prueba, te ponés ansioso y te sentís mal” .
Muchas veces el niño sabe muy bien a qué padre puede manipular y saca ventajas en ausencia del otro progenitor que no se deja manipular. Los chicos son muy perspicaces para identificar los puntos vulnerables de sus progenitores.
El padre/la madre manipulada/o
Es una persona indecisa, influenciable, con temor a equivocarse y por eso duda con respecto a su hijo. A veces son autoexigentes, perfeccionistas, complacientes y tienen una marcada tendencia a la culpabilizarse.
A todo hijo manipulador le corresponde un padre manipulable que entra en el juego, pero de esa forma acostumbra a su hijo a no ser directo.
Recuerden que la manipulación de los niños es una herramienta poderosa para conseguir lo que ellos quieren.
Las preguntas conductoras: ¿para qué te dejas manipular mamá o papá? ¿Qué hijo te manipula? ¿Cómo lo hace?
La ruptura en una relación de pareja es uno de los mayores factores de estrés para el ser humano, pero el fenómeno se agrava cuando hay hijos de por medio, ellos acaban siendo quienes cargan su mochila con el peso del rencor de sus padres, los pilares fundamentales en su desarrollo emocional. La ruptura del vínculo familiar es por sí solo un fenómeno determinante en el desarrollo psicoevolutivo de los hijos, pero la habitual manipulación del menor por parte de uno o ambos padres para ponerlo en contra del otro tiene, según los expertos, consecuencias catastróficas en su autoimagen, su autoestima y en sus capacidades de tratar con los demás y mantener relaciones de apego seguras en el futuro.
Actualmente los Servicios de Protección al Menor ya consideran el Síndrome de Alienación Parental(SAP) como un maltrato, por ser una forma de violencia contra el menor. Así lo han asegurado los expertos Mª Paz Ruiz Tejedor, psicóloga forense de la Clínica Médico Forense de los juzgados de Plaza de Castilla de Madrid y José Manuel Muñoz Vicente, psicólogo forense del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, en las conferencias sobre maltrato infantil y otras formas de violencia organizadas por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
Durante la jornada hicieron hincapié en la necesidad de establecer unos criterios profesionales consensuados para poder hacer estudios serios sobre la magnitud, prevalencia e incidencia del problema con el fin de conocerlo, prevenirlo y atajarlo de forma precisa. Los estudios hasta la fecha, indican los expertos, son limitados y sesgados. Se basan concretamente en encuestas telefónicas a adultos que han sufrido esas manipulaciones, los resultados concluyeron que los niños víctimas de alienación parental crecieron como adultos vulnerables que repitieron el error de alienar a sus hijos. Se convirtieron en personas que a menudo acumularon divorcios y se detectó también cierta propensión a tener problemas de adicciones.
«El niño necesita a sus dos figuras de referencia para un desarrollo normal», asegura Ruiz Tejedor, porque sino llega a crear una falsa memoria e incorporar recuerdos que no existen.
Un caso habitual es la denominada «parentificación», que se produce cuando uno de los progenitores, tras una ruptura traumática, no consigue aislar completamente al menor de su dolor. El niño acaba victimizándolo y concibiendo a la otra figura parental como culpable. La más tóxica de las prácticas es el Síndrome de Alienación Familiar, cuando los dos progenitores manipulan al hijo. En este caso, la psicóloga indica que se produce un conflicto de lealtad tan dañino que es él mismo quien rechaza a uno de sus padres para salir del laberinto. La ruptura del vínculo puede llegar a ser irreversible.
En la mayoría de los casos la manipulación es intencionada, pero existe un pequeño porcentaje en el que el estrés de la ruptura desencadena en uno de los padres un transtorno psicológico. Dentro de la psicósis percibe al otro progenitor como un peligro real para su hijo y con la instrumentalización busca protegerlo.
En cuanto al perfil de alienador, los expertos están de acuerdo, es el contacto con el menor lo que determina la alienación, no el sexo. Cuando el niño es pequeño las herramientas para la alienación están en manos del progenitor custodio, porque conviven y establecen un vinculo más estrecho. Durante la adolescencia los papeles cambian, el adolescente busca libertad y el padre que pone los límites es un estorbo para él, una coyuntura que el alienador suele aprovechar en su favor. El padre no custodio es, en este caso, quien tiene una posición privilegiada para deslegitimar al custodio.
Los expertos detectaron una mayor incidencia de este fenómeno en las separaciones más conflictivas, pero confiesan que se llegan a producir con frecuencia en las separaciones de mutuo acuerdo debido al rencor y el sufrimiento que se arrastra tras las rupturas.
Instrumentalización de la denuncia
«Como en todas las ramas de la justicia, las denuncias falsas existen», confiesa Muñoz Molina. Por otro lado, la tesis doctoral de Mª Paz Ruiz Tejedor abordó las denuncias de acosos sexuales en la infancia, donde revela haber detectado un elevado porcetaje de denuncias falsas que la condujeron a la conclusión de que las denuncias también se instrumentalizan. Las consecuencias: una interrupción del régimen de visitas y la desvinculación con el padre o la madre que se puede extender en el tiempo e incide muy negativamente en la relación con el niño.
Durante los litigios, muchos menores son obligados a dar falsos testimonios, detectados tras una práctica forense en la que no se encuentra ningún indicio de que el maltrato denunciado se produjese.
El tratamiento de estos casos es delicado. Los expertos aseguran que cualquiera de los padres puede ser el alienador, contradiciendo los primeros estudios sobre la materia, con escasa base científica, que señalaban a la madre como la principal alienadora. La práctica demostró, no sólo que esto no fuese así, sino que en ocasiones, en casos de violencia de género, es el maltratratador quien alega una instrumentalización de la denuncia para poder seguir maltratando a la mujer, afirmando que no es él quien maltrata sino ella la que manipula.
Muñoz Vicente recomienda para una correcta gestión de la ruptura ponerse en manos de profesionales. Psicólogos y mediadores son los mejores aliados para una separación blanda que mantenga aislado al menor.
Es posible que el niño haya aprendido a utilizar la manipulación porque ha observado este tipo de comportamientos en alguna persona de su entorno. ¡Ojo, los adultos también utilizamos la manipulación con frecuencia!
Normalmente lo que sucede es que los niños aprenden que la manipulación puede ser una herramienta útil para ellos por puro azar. A continuación, ponemos un sencillo ejemplo:
– El niño le pide a su madre que le compre una paleta y su madre le dice que NO.
– El niño comienza a llorar y a insistir para que su madre le compre la piruleta pero su madre vuelve a decir que NO.
– El niño sube su nivel de agresividad. Además de llorar, comienza a gritar y a patalear. Su madre continúa diciendo NO.
– El niño sube aún más su nivel de agresividad. Llora, grita, da patadas, insulta y comienza a tirar los artículos del supermercado. La madre finalmente se pone muy nerviosa, se enfada y decide comprar la piruleta para poner fin a esa situación que se ha generado en el supermercado.
¡ERROR! En esta ocasión el niño ha ido aumentando su nivel de agresividad para ver si así su madre cedía y le compraba su piruleta. Y, así ha sido. ¿Qué es lo que sucede entonces? Pues muy sencillo, el niño ha aprendido que cada vez que quiera conseguir algo tan solo tiene que aumentar su agresividad para finalmente conseguirlo. Como con esta estrategia ha conseguido salirse con la suya, la incorpora a su repertorio para poder utilizarla en próximas situaciones similares.
Qué hacer si nuestro hijo intenta manipularnos
– Lo más importante, cuando el niño utilice este tipo de conductas de manipulación, es que los padres no cedan ante ellas. Deben aprender que con la manipulación no van a obtener ningún beneficio. Pero, para ello los padres deben controlar sus emociones y no permitir que el niño obtenga nada por estas vías.
– En lugar de enfadarnos y perder la calma ante el comportamiento de nuestro hijo, debemos permanecer tranquilos. Es necesario que el niño perciba que no ha sido capaz de desestabilizar emocionalmente a sus padres, debemos mostrarnos firmes en la postura de no ceder ante su manipulación.
– El niño tiene que aprender que con esos comportamientos no va a recibir nada, ni siquiera la atención de sus padres. Solo debemos atenderles y comunicarnos con ellos cuando su conducta inadecuada haya cesado.
– No podemos olvidar que los dos ingredientes fundamentales para criar y educar a nuestros hijos con éxito son la disciplina y el amor. Ambos deben estar equilibrados. ¡La disciplina es necesaria! No ceder a sus intentos de manipulación es uno de los mejores regalos que podemos hacer a nuestros hijos.
Por último, los animamos a que intenten responder a estas preguntas: ¿Dónde suele comportarse así? ¿Con quién suele hacerlo? ¿Qué hace para manipular? Seguro que tras dar respuesta a estas preguntas vas a obtener mucha información y te va a ayudar a manejar eficazmente las conductas manipulativas de tu hijo.