convivir con adolescentes

CONVIVIR CON UN ADOLESCENTE..¿ MISIÓN IMPOSIBLE?

CONVIVIR CON ADOLESCENTES: ¿MISIÓN IMPOSIBLE?

De pequeños, te los comerías y, de mayores, lamentas no ha­bértelos comido.” ¿Quién no ha oído alguna vez esta simpática frase? Algunos no sólo la han oído, sino que la han pronunciado (aunque nunca lo reconocerían).

El caso es que muchos padres encaran con temor la adolescencia, tal vez recordando la que ellos mismos le montaron a los ahora abuelos. Y estos últimos, aunque en general intentan ser discretos y no hacer leña del árbol caído, a menudo nos miran de reojo con una sonrisa maliciosa, como diciendo: “¿Te acuerdas? ¿Ves lo que tenemos que aguantar los padres?”

Pues bien, hay esperanza. La adolescencia es dura a veces, pero pasa. Si no, piensa un poco: tú también fuiste adolescente, ¿no?

¿Qué es lo que necesitan los adolescentes?

5 cosas que un adolescente necesita saber

  1. Saber enfrentar los problemas. Escoger qué camino seguir y que decisiones tomar es difícil en cualquier etapa. …
  2. Es único. …
  3. Un adolescente necesitasaber gestionar sus finanzas. …
  4. Su iniciación sexual. …
  5. Necesitanestar en grupo.

¿Qué cualidades tiene un adolescente para ser feliz?

Los jóvenes felices tienen personalidades de mayor asertividad e implicación, de mayor control del entorno y le atribuyen más sentido a la vida, son más estables emocionalmente, optimistas y creen que el mundo es justo

¿Qué hace que los adolescentes sean felices?

—Ser solidario con los demás: intentar ayudar a los compañeros (no es necesario que sean amigos) y hacer el bien a los demás te hace sentir mejor persona. —Tener perspectivas de futuro: saber lo que quieres y luchar para conseguirlo es muy importante.

La adolescencia es, probablemente, la etapa más temida entre los padres por todos los cambios que supone para el menor: cambia su cuerpo, su mente y su forma de relacionarse. De hecho, es una importante época de transición, que va de la infancia a la vida adulta, en la que además es vital favorecer una buena salud mental.

Aunque pueda parecer que la depresión y otras enfermedades mentales son patologías de adultos, lo cierto es que la mitad de ellas empieza antes de los 14 años; y lo peor de todo es que no se detectan, y por tanto tampoco se tratan, en la mayoría de los casos, según datos de la OMS.

Además, existen otros riesgos como los trastornos alimentarios, el abuso de bebidas alcohólicas y drogas, las conductas peligrosas en el sexo y, en la peor de las situaciones, el suicidio. Por eso, los adultos deben estar junto a ellos en esta transición.

Para ayudarnos en esta tarea, hemos contactado con el doctor Albert Majó Ricart, especialista en Psiquiatría del Centro Médico Teknon, quien nos resume las recomendaciones necesarias para cuidar la salud mental en la adolescencia.

Adolescencia: qué cambios hay

Se producen cambios biológicos, psicológicos y sociales que repercuten en:

  • El cuerpo, que son los cambios que se asocian al crecimiento del menor y al desarrollo de sus órganos para la reproducción.
  • La mente. Es capaz de abstraerse y también de decidir, valorando las diferentes opciones.
  • Las relaciones con los demás. En el plano social, tienden a diferenciarse de los adultos, y sus amigos empiezan a ser más importantes que la familia.

Por otro lado, aunque en la adolescencia hay más autonomía que en la infancia, sigue existiendo un grado de dependencia relevante, así que los padres deben estar atentos para favorecer un buen desarrollo en los menores sin alejarse de ellos ni tampoco presionarles demasiado.

PREVENIR ANTES QUE CURAR

La adolescencia no puede evitarse, por supuesto. Vendrá, seguro, y luego acabará, también seguro. Pero sus efectos serán distintos según cuál sea la situación de partida.

Tras una infancia feliz y una relación padres-hijo satisfactoria, la adolescencia es una sacudida. Pero si la relación ya era mala, o no había relación digna de tal nombre, comprenderás que la adolescencia no va precisamente a arreglarlo todo. Puede ser un verdadero desastre.

Estoy convencido de que pasar una adolescencia es como capear un temporal. No puedes hacer absolutamente nada para frenar el viento; sólo puedes intentar mantener el barco a flote hasta que amaine.

Y siempre, siempre amaina. A veces el fin de la adolescencia es brusco, casi como si hubiera tenido lugar una de aquellas ceremonias de iniciación.

Un día, los asombrados padres intercambian experiencias: «Oye, que me ha dicho adiós». «Pues a mi, ayer, me pidió la merienda por favor y me dio las gracias». Todo ha terminado.

Piensa que no pierdes un adolescente, sino que ganas un adulto joven. Por supuesto, no todo va a ser un camino de rosas. Entre los adultos, también hay conflictos. Pero es otra cosa.

9 pautas para cuidar la salud mental de los adolescentes

1. La convivencia entre padres y adolescentes

Los padres deben permitir que sean los adolescentes quienes exploren y descubran por sí mismos, y que puedan ejercer su libertad.

Al mismo tiempo, deben permanecer alerta ante cualquier cambio que se manifieste en la conducta, puesto que puede ser señal de algún problema.

También es importante que planifiquen actividades para realizar en familia y que conserven la comunicación. Que los menores sean conscientes de que sus padres están ahí para ayudarles en sus problemas e inquietudes.

2. El conflicto entre la libertad y los límites

Es frecuente que los adolescentes se opongan a los padres, a los profesores, así como a otras figuras que ejercen autoridad, porque se encuentran en una etapa en la que necesitan ser ellos mismos los que descubren el mundo, ya que están creando su identidad de adulto.

Sin embargo, también requieren límites y, de hecho, buscan que los padres, u otras figuras de autoridad, establezcan estas limitaciones. De esta forma, se les ayuda a que aprendan cuál es el límite.

En definitiva, se trata de hallar un equilibrio para que los adolescentes puedan explorar y, al mismo tiempo, cuenten con límites muy bien establecidos.

3. La importancia del respeto

El respeto por uno mismo, hacia los demás y por el medio ambiente es algo que se debe inculcar al adolescente para prevenir ciertas conductas que puedan conllevar un peligro.

4. Los horarios y las rutinas en la adolescencia

Al igual que en la infancia, durante la adolescencia se debe continuar con los hábitos y los horarios marcados para el estudio, las tareas domésticas, las comidas, la higiene, el tiempo de ocio, etc. Esto les ayuda en su organización, planificación y limitación.

5. Atención a las amistades del adolescente

En esta etapa, es habitual que los menores prefieran estar más rato con sus amigos que con los padres. Ante esto, recomiendo a los padres que se muestren interesados en conocer a las amistades de su hijo. De esta forma, se aporta seguridad a los menores, y también es la mejor forma de prevenir las malas compañías que puedan propiciar situaciones de riesgo.

Asimismo, les aconsejo que intenten promover el respeto, la honestidad y la amistad, que son hábitos sociales muy buenos.

6. Una alimentación saludable y variada

La adolescencia conlleva muchos cambios, tanto biológicos como hormonales, y, por eso, es vital seguir una alimentación variada y saludable. Además, cabe tener en cuenta que el adolescente tiende a comer fuera de casa, por lo que es posible que coma peor, y también suele evitar el desayuno, pese a que es una comida fundamental para el estudio.

No olvidemos que el mero hecho de comer sano es beneficioso para su salud en general, puesto que ayuda a prevenir ciertos problemas a largo plazo, y facilita que este estilo de vida continúe con el tiempo.

7. Un buen descanso en la adolescencia

Es una etapa de gran desgaste físico y mental, por eso es muy importante que los adolescentes duerman de 9 a 10 horas cada día para evitar que estén agotados, lo que podría influir en su rendimiento académico e incluso en su humor, mostrándose más irritables.

8. Evitar el sedentarismo

La actividad física es muy importante en la adolescencia. En concreto, deben dedicar una hora al día a practicar deportes o realizar actividades en el exterior, ya que así se previene el sedentarismo y también se consiguen otros beneficios:

  • Físicos, previniendo la obesidad, favoreciendo una postura correcta….
  • Psicológicos, aumentando la autoestimay disminuyendo los efectos de la ansiedad y la depresión…
  • Sociales, ayudando a la socialización, favoreciendo su concentración….

9. El uso responsable de Internet y las redes sociales

Mientras que los padres pertenecen al mundo analógico, los hijos adolescentes pertenecen a la época digital y se relacionan con el mundo a través de internet y de las redes sociales. En ocasiones, esto produce un choque que hace que los adultos reaccionen de dos formas posibles, totalmente opuestas:

  1. Mostrando una falta de preocupación y de interés, e incluso usando de manera inadecuada los dispositivos simplemente para conseguir que los menores no molesten, dejándolos a su disposición y encomendándoles la educación y cuidado de los hijos.
  2. Rechazando o prohibiendo que usen estos dispositivos.

Ante estos dos extremos, lo que urge es hallar un equilibrio, porque internet está en su forma de relacionarse con el entorno y, por eso, hay que mostrarle al menor que es una herramienta y no un fin en sí mismo. Además, es importante que no cambie las relaciones presenciales por las virtuales, que no son totales y carecen de realidad.

¿Cómo establecer límites en la adolescencia?

Si bien en la infancia los padres establecen los límites, en la adolescencia se trata más bien de incitarlos para que sean ellos los que fijen sus propias limitaciones.

Esto es importante ya que, cuando imponemos algo al adolescente, este tiende a rebelarse y oponerse a esos límites y, como resultado, se los salta. Por eso, debe ser él quien se dé cuenta, con la ayuda de sus padres, de la importancia del establecimiento y respeto de unos límites que le ayudarán a tener un equilibrio adecuado en su vida.

Está claro que el hecho de sugerir es más complicado que imponer, y únicamente se obtendrán buenos resultados si los padres continúan facilitando el diálogo.

Todos queremos ser felices. Pero muchas veces pensamos que la felicidad es algo que simplemente ocurre o no; de la cual no tenemos control. Es fácil conectar la idea de felicidad con la situación en la que nos encontramos. Es posible que nos digamos a nosotros mismos, «Si las cosas fueran diferentes, sería feliz».

Pero esa no es la manera en la que la felicidad ocurre. Los estudios de investigación indican que solamente una pequeña parte de la felicidad (aproximadamente un 10%) depende de la situación en la que se encuentra una persona. Entonces, ¿de dónde proviene la mayor parte de nuestra felicidad?

¿Se nace feliz?

En parte, la felicidad depende de la personalidad. Algunas personas son felices por naturaleza. Todos hemos conocido a alguna persona que es alegre y optimista la mayor parte del tiempo. Tener este tipo de personalidad hace más fácil ser feliz.

Entonces, ¿qué sucede con las personas que, por el contrario, han nacido con una tendencia a ser más bien malhumoradas? Es posible que estas personas vean lo malo en la gente y las situaciones en vez de lo bueno. Posiblemente estas personas sean más tristes que alegres, pero si desean ser más felices (¿quién no quisiera?), es posible serlo.

La decisión de ser feliz o no depende de nosotros

Los investigadores han demostrado que más de la mitad de la felicidad depende de cosas que están bajo nuestro control. Esto es una noticia fabulosa ya que significa que todos podemos ser felices.

Una parte importante de qué tan felices somos depende de nuestra actitud, de los hábitos que tengamos y de la manera en la que vivimos cada día. Al saber cuáles son los ingredientes fundamentales de la felicidad, podremos usarlos para ser felices.

¿Por qué es tan importante la felicidad?

La felicidad es más que un sentimiento hermoso o un dibujo de una cara sonriente. Es el sentimiento que indica que realmente estás disfrutando de la vida y que deseas aprovechar esta vida al máximo. La felicidad es el «condimento secreto» que nos puede ayudar a desarrollarnos plenamente.

Los investigadores llegaron a la siguiente conclusión al estudiar a la gente que es feliz:

  • Las personas que son felices son más exitosas.
  • Las personas que son felices son más capaces de lograr sus metas.
  • Las personas que son felices tienen mejor salud.
  • Las personas que son felices viven más años.
  • Las personas que son felices se relacionan mejor con otras personas.
  • Las personas que son felices aprenden mejor.

Los ingredientes de una vida feliz

La felicidad es tan importante en nuestras vidas que existe un campo de investigación llamado psicología positiva. Los expertos en este campo indican que hay ciertas cosas que hacen a las personas felices:

Emociones positivas

Alegría. Gratitud. Amor. Asombro. Placer. Jocosidad. Humor. Inspiración. Compasión. Esperanza. Creatividad. Interés. Entusiasmo. Gozo. Calma. A todos nos gustaría tener estos sentimientos.

Además de hacernos sentir bien, las emociones positivas son buenas para nuestro cerebro y nuestro cuerpo. Reducen la cantidad de hormonas que producen estrés, ayudan a mejorar la ansiedad y la depresión y refuerzan el sistema inmunológico.

Sentir todos los días emociones positivas tiene un efecto importante en nuestra felicidad y bienestar. Por eso es tan importante que hagamos cosas que nos brinden estas emociones positivas. Hasta el simple acto de dar un paseo o jugar con un niño o con una mascota puede darnos emociones positivas.

Saber cómo controlar nuestras emociones negativas es la clave de la felicidad. Hay emociones que son difíciles, pero son parte natural de la vida.

Fortalezas e intereses

Nuestras fortalezas son las cosas que hacemos bien y que nos gusta hacer. Todos tenemos fortalezas, aún si todavía no las hemos descubierto.

Ejemplos de fortalezas son los siguientes:

  • las cosas en las que estamos interesados —por ejemplo, la música, el arte, la ciencia, construir cosas, cocinar, leer
  • cualquier capacidad que tengamos —como pintar, tocar un instrumento, o hacer un deporte
  • nuestras cualidades —ser buena persona, tener buen humor o ser líder

La felicidad aumenta cuando descubrimos una fortaleza y la practicamos. Cuanto más practicamos una fortaleza, más la mejoramos.

Cuando hay algo que hacemos muy bien y disfrutamos, podemos perdernos dentro del mundo que rodea a esta actividad; nos dejamos llevar. Al dejarnos llevar, aumenta nuestra felicidad. Saber encontrar maneras de usar nuestras fortalezas todos los días es la clave para nuestra felicidad.

Buenas relaciones

Las personas que forman parte de nuestra vida son importantes. Tener buenas relaciones con estas personas es una de las mejores maneras de disfrutar nuestra felicidad, nuestra salud y nuestro bienestar.

Desarrollar ciertas aptitudes emocionales puede ayudarnos a formar y mantener relaciones. Cuando somos capaces de apoyar a las personas que forman parte de nuestras vidas —y cuando estas personas nos apoyan a nosotros— somos más fuertes, capaces y exitosos.

Las siguientes son algunas de las aptitudes que nos ayudan a tener buenas relaciones:

  • aprender a comprender y expresar nuestras emociones
  • tener empatía para poder comprender cómo se siente la otra persona
  • ser bondadoso
  • mostrar gratitud
  • actuar con certeza para expresar o decir lo que se desea o necesita

La búsqueda del propósito de la vida

Nuestras vidas están llenas de actividades y responsabilidades diarias. Muchos de nosotros hacemos varias tareas al mismo tiempo, para estar al día o adelantar trabajo, pensando siempre en el próximo lugar donde tenemos que estar. Pero al darnos más tiempo para prestar atención en los que estamos haciendo y en por qué lo estamos haciendo, puede ayudarnos a ser más felices.

Presta atención a las consecuencias de tus acciones. Nota las maneras (pequeñas o grandes) en la que puedes crear un impacto positivo. Vive tu vida siguiendo los valores que crees importantes. Dedica un tiempo para pensar qué cosas consideras importantes (como ayudar a otros o proteger el planeta).

¿De qué manera deseas mejorar el mundo? Trata de identificar las cosas que puedes hacer cada día que te encaminen hacia esa dirección. Hacer esto le dará más sentido a la vida y aumentará tu felicidad.

Los logros

Cuando nuestra vida cuenta con emociones positivas, buenas relaciones, fortalezas que ponemos en práctica y un propósito, estamos listos para lograr cosas.

Establecer y lograr metas nos permite poner nuestra energía en lugares específicos. Nos deja ver de qué manera generamos un impacto positivo.

Pon esfuerzo en las cosas que crees que son importante. Pon todo el esfuerzo posible en cada cosa que intentes hacer, sin la necesidad de ser perfecto. Si algo que intentas hacer no resulta bien, mantente optimista e inténtalo nuevamente. Ten confianza en ti mismo y no abandones tus sueños.

Establece metas y pasos razonables para lograr tus metas. Haz que tu éxito sea aún más espectacular; disfrútalo con las personas que amas.

Sé más feliz

Sabes que puedes aprender a ser más feliz controlando tu actitud, tranquilizando tu mente, teniendo más confianza en ti mismo, usando tus fortalezas, fortaleciendo tu autoestima, haciendo cosas de las que disfrutas y estableciendo buenas relaciones. ¡Son muchas cosas en las que debes pensar! No puedes hacerlas todas al mismo tiempo. Debes comenzar de a poco seleccionando una en la que te concentrarás.

La mejor manera de lograr tus metas es comenzando con algo pequeño y específico. Después de hacer esto por un tiempo, se convierte en un hábito —cosas que hacemos todos los días sin pensar mucho en ellas. Ese es el momento donde puedes comenzar a trabajar en un nuevo hábito. ¡El logro de metas pequeñas y definidas te lleva a lograr la felicidad!

CONSEJOS PARA RECONECTAR CON TU HIJO

Todo tiene su lado positivo. Te ofrecemos unos consejos útiles para sobrellevar esta etapa.

1. INTENTA VER SUS CUALIDADES

Busca el lado bueno, siempre lo hay. Seguro que tu hijo hace muchas cosas bien a lo largo del día, e incluso las que hace mal no las hace todo el rato.

En vez de convertirte en el típico padre o madre cascarrabias, rumiando continuos reproches (“¡Cuántas veces tengo que decirte…!”, “¡Mira que me tienes harta con tus…!”, “ Y a eso le llamas tú…”, “Este fin de semana olvídate de…”), esfuérzate por buscar cosas positivas, recordarlas, nombrarlas en voz alta.

2. CAMBIA DE PUNTO DE VISTA

Descubrirás que incluso algunas cosas que te parecían mal se pueden interpretar de otra manera. Piensa en esta frase como ejemplo: “Otra vez lo has dejado todo para la última hora, ¿crees que harás en una noche lo que no has hecho en todo el trimestre?”

Ahora compárala con esta otra: “Ayer te quedaste estudiando hasta muy tarde, veo que este trimestre te lo tomas en serio”. O bien “te pasas el día de cháchara con los amigos, más te valdría hacer algo útil” frente a “tus amigos te quieren mucho, siempre te llaman”.

3. HABLA BIEN DE TU HIJO

Los trapos sucios se lavan en casa. Los padres caemos con demasiada facilidad en la pequeña venganza de reunirnos con otros padres para poner verdes a nuestros hijos: “Si te cuento cómo tiene la habitación…”, “Y el tío, encima, va y me pide dinero para un disco…” Intenta evitarlo. ¿Qué pensarán los demás de tu hijo si hasta sus propios padres lo critican? ¿Te gustaría que tu hijo fuera contando todo lo que sabe de ti?

4. RECUERDA TU ADOLESCENCIA

Haz memoria. ¿A que también discutiste alguna vez con tus padres? ¡Y más de una! Intenta recordar qué sentías, por qué dijiste lo que dijiste y por qué hiciste lo que hiciste. Intenta imaginar qué sentían tus padres, por qué dijeron lo que dijeron (¡seguro que ahora te resulta más fácil!).

¿Todavía estás convencido de que tenías la razón, toda la razón, y de que tus padres eran unos retrógrados y autoritarios? Pues a lo mejor es eso lo que piensa ahora tu hijo.

5. DALE TIEMPO

Y a lo mejor también tiene razón (¿o también se equivoca?) ¿O, tal vez, con la perspectiva que dan los años y la experiencia, comprendes ahora que tus padres también tenían parte de razón, que tuvieron que (o que, honradamente, creyeron que tenían que) hacer lo que hicieron, que tú tampoco se lo pusiste fácil?

Pide ahora disculpas a tus padres y deja de esperar que tu hijo comprenda en dos días lo que tú has tardado veinte años en descubrir.

6. PIENSA QUÉ ES LO IMPORTANTE

Reserva tu autoridad para los problemas serios. ¿Qué más da que se tiña el pelo de verde o de rojo? Si saca buenas notas, ¿qué importa que estudie delante de la tele o mientras oye música?

Evita todos los conflictos que puedas evitar, transige en todo lo que se pueda transigir… y no temas ejercer tu autoridad cuando sea realmente necesario, cuando haya que cortar de raíz algún peligro.

Si no has desperdiciado tu autoridad prohibiendo mil tonterías, es más fácil que te obedezcan en lo que realmente importa.

7. MANTÉN LA CALMA

Antes de decir o hacer una tontería, cuenta hasta diez, hasta cien, hasta un millón. Y, al final, mejor que no digas nada. Las palabras pronunciadas ya no se pueden recoger después.

Repite como una letanía, o un mantra: “Él no es así”, “son las hormonas”, “se le pasará”, “él no es así”, “son las hormonas”…

8. RECUERDA QUE TE QUIERE

Tal vez lleva un tiempo en que casi no lo demuestra, en que rehuye los besos y abrazos. Pero te quiere igual; y si sabes estar atento, lo notarás.

Un padre que conozco repite con orgullo las palabras de su hija de quince años: “Dicen mis amigas que qué suerte tengo, porque les he dicho que no me castigáis nunca”. “Momentos así”, dice mi amigo, “dan sentido a una vida”.

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